Supuestamente tiene que tenernos felices porque es bueno para una industria de la que dependemos para seguir viendo cine. ‘Una película de Minecraft’ está causando furor (y destrozos) en las salas de cine, con un éxito que es el mejor respiro posible para que estas sigan abiertas y puedan mostrar las películas que realmente nos interesan.
También se supone que es una noticia fantástica que la generación Z y más jóvenes estén encontrando al fin películas que les apelen como público, aunque sea explotando franquicias de videojuegos por las que sienten nostalgia. Todo eso está muy bien, claro, pero muestra hasta que punto queremos hablar más de todo lo que rodea a ‘Una película de Minecraft’ para evitar hablar de la propia película.
Tomar las lecciones equivocadas de ‘Minecraft’
Probablemente porque no tiene más que comentar más que una serie de guiños bien marcados y una estética que replica la original del videojuego (y queda, como era de esperar, feísima). Todo eso la hace material que todo este público que alucina con ella puede reconocer y sentirse regocijado, pero no una película donde pasen cosas y uno se pueda entretener de verdad. Es un desborde de falta de imaginación que contradice el propio espíritu de un juego marcado por la creatividad y las posibilidades infinitas.
No es realmente un caso aislado, ni tampoco va a ser el último. Hollywood tiende a tomar las peores lecciones de todo lo que funciona, tal y como se ilustraba de maravilla en ‘The Studio’ al intentar sacar adelante una película de Kool Aid. ‘Una película de Minecraft’ puede ser perfectamente el equivalente en 100 minutos de ese tráiler falso de 30 segundos que vemos, tan llamativo como falto de contenido real. Muy seguramente se estén dando conversaciones en despachos para intentar hacer lo mismo con pelotazos como ‘Fortnite’. Ya estamos viendo como incluso quieren reflotar ‘Angry Birds’ ahora que los que lo jugaban pueden sentir nostalgia de ello.
Adaptar videojuegos es de por sí una tarea ingrata, ya que se elimina el componente interactivo que es parte del éxito de este medio y a menudo tiene que complacer a una base de fans caracterizado por la falta absoluta de paciencia. Las protestas furibundas ante el diseño original de Sonic para su película (que vale, sí, era bastante feo) llevaron a una corrección hacia algo que fuese una copia fidedigna del erizo en su versión videojueguil. El fandom tolera bastante poco las desviaciones mínimas de aquello que ya controlan, llevándonos a que incluso las versiones más efectivas de estas adaptaciones como ‘The Last of Us’ tiendan a una recreación exacta de sus momentos célebres.
Hollywood se juega mucho dinero con esta clase de proyectos, así que lo último que quiere hacer es contrariar al público objetivo. La mejor manera de hacerlo es eliminar cualquier atisbo de intención creativa, llegando al paroxismo cuando se acreditan a siete guionistas para ‘Una película de Minecraft’ pero hay apenas esbozos de una historia o personajes en ellos. Todos somos conscientes de que Jack Black o Jason Momoa tienen que aparecer en la película para dar sensación de que es algo de verdad, pero el público potencial muestra que no tiene interés en que hagan muchas cosas en ellos más allá de dar chistes que convertir en memes virales.
Es posible que esté “bien” que así sea, que haya películas con las que divertirse de otra manera que no sea la convencional y los que estamos criticando igual podemos hablar de otra cosa. Pero alguien que disfruta tanto del cine como de los videojuegos debería poder recibir algo más, sobre todo en películas como esta o incluso ‘Super Mario Bros: La película’ que tienen todas las posibilidades para hacer algo que se aproxime a la libertad infinita que tienen los originales. Y, sin embargo, acaben optando por una explosión de pixeles que no hace nada.